A fines del siglo XVIII y a principios del siglo XIX, debido a la llegada de los primeros inmigrantes a San Luis, la comunidad volcanera se arraigó definitivamente en el espacio que hoy ocupa.
En un primer momento se desarrolló una economía cerrada que sólo les permitía subsistir, dedicándose, en terrenos de poca extensión, a la ganadería y a la agricultura, utilizando el agua del río obtenida a través de tomas y acequias.
Proliferaron, debido al tipo de suelo rico en humus, nitrógeno y ácido fosfórico, el cultivo de porotos, arvejas, zapallos, remolachas, zanahorias, cebollas, rábanos, ajos, batatas y habas. Había también duraznos, cerezos, ciruelos, frutillas, fresas, membrillos, higueras y nogales.
Luego los vecinos transportaban su cosecha al Mercado Central de la Capital Puntana para comercializarla.
Con respecto a la ganadería, sólo se limitaba a la actividad caprina.
Minería
En El Volcán, los recursos no metalíferos y las rocas de aplicación, principalmente el granito y la piedra laja, llegó a tener gran importancia, que luego fue perdiendo, a medida que la actividad principal se encaminó hacia el turismo.
También se trabajó mucho la arena y el canto que ofrecía el río El Volcán y en poca medida la arcilla.
Por otra parte, la extracción de Piedra Laja y el granito abundaron mucho en El Volcán y Estancia Grande.
En nuestra localidad todavía funcionan algunas canteras que son por lo general familiares. Tal vez quedarán tres o cuatro de las seis o siete que se registraban y de las cuales se extrajeron el granito que sirvió para construir la escalinata de la Iglesia Catedral de San Luis y de la Capilla Nuestra Señora de La Guardia de El Volcán.
Se utilizó también en el piso de la Plaza Pringles en su anterior construcción, y el frente del ex Hotel de Turismo “Dos Venados”, entre otras obras.
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